Diversas encuestas realizadas indican que un gran número de personas cambiaría algunas compensaciones y beneficios por flexibilidad para poder reconciliar la vida laboral, familiar y personal. La familia del empleado empieza a ser importante, pasando a convertirse en un nuevo stakeholder de la empresa.
Las empresas no son las únicas responsables de la vida familiar de las personas, son complementarias de otras muchas medidas tomadas por distintos agentes sociales, entre ellos el Estado y las Administraciones públicas, pero sí pueden contribuir de manera significativa a mejorarla. Tres son las áreas que influyen en la vida de una persona y que son influidas por ella: familia (F), empresa (E) y sociedad (S), los tres vértices de un triángulo en constante evolución que pivota sobre la vida de familia.
Familia y trabajo son dos ámbitos de desarrollo humano y profesional y es importante darse cuenta de que el trabajo es instrumental para la familia y para la persona y no al revés. En este triangulo de familia, empresa y sociedad la persona está en medio y va conformándose cada vez como más madura o más inmadura, dependiendo de las decisiones que se tomen y lo que se esté viviendo. Para humanizar la sociedad y construir esa riqueza necesaria de capital económico, humano y social, se necesitan familias, y empresas que sean familiarmente responsables para tener sociedades fuertes.
La realidad es que la jornada laboral está organizada como si las personas que trabajan en la empresa no tuvieran otras actividades que hacer en su vida. Hay muchas organizaciones que ignoran la vida privada de sus empleados y muchas veces, los padres de familia tienen que hacer un esfuerzo extraordinario para poder llegar a todo, tanto en la vida laboral como en la familiar.
Durante mucho tiempo se ha pensado que la maternidad es un coste y se ve como un problema para las compañías cuando en realidad tenemos nueve meses para pensar cómo planificar los cuatro meses de baja por maternidad. En cambio el estrés sí que está haciendo que las empresas tengan realmente bajas inesperadas y mucho más largas, porque somatiza en enfermedades. De hecho, hay más bajas por estrés que por maternidad. El estrés es una enfermedad, la maternidad es un enriquecimiento de la persona porque el que ejerce como padre y como madre está desarrollando competencias y habilidades que después llegan a la empresa y le añaden valor.
Si hacemos memoria del pasado, todavía podemos recordar que hace cincuenta años no existían políticas que protegieran activamente el medio ambiente. Había una falta de conciencia en las empresas de estar destruyendo y dañando el planeta Tierra. Nos tomó tiempo entender y aprender los múltiples efectos perversos que llegan por no proteger el medio ambiente. Ahora sabemos que tenemos la necesidad de preservar los recursos naturales en el planeta para nuestro uso y para el uso de las futuras generaciones, y las
empresas que contaminan el aire o los ríos tienen que pagar sanciones. Con ellas pueden ponerse en marcha piscifactorías que repueblen los ríos.
Hoy en día, sin embargo, muchas empresas no son conscientes de que están destruyendo la ecología humana, contaminando su propia organización y la sociedad con prácticas que la dañan y deshumanizan, ya que no permiten que los empleados satisfagan su responsabilidad como esposos o padres, con lo cual se debilitan las familias, la única “humanofactoría” forjadora de capital humano y social.